Historia

El inicio de la minería moderna en Huelva se sitúa en 1556. A finales de julio de ese año, el clérigo madrileño Diego Delgado se desplazó a la aldea de Zalamea la Vieja (actual Nerva) para examinar los enormes escoriales y trabajos antiguos que había junto a las ruinas del Castillo de Salomón. El informe que redactó para el Consejo de Hacienda se ha convertido en el documento escrito más antiguo que se conserva donde se describen los trabajos existentes en las minas de Riotinto.
Durante todo el siglo XVII la tónica fue similar, hasta que en el reinado de Felipe IV se constituyó la Junta de Minas (1624) con el objetivo de potenciar la decaída industria minera en la península. Merece la pena destacar el viaje de D. Gregorio López Madera, comisionado por la Junta el 1 de enero de 1627 para visitar las minas de Zalamea (Riotinto) donde se había hallado plata contenida en el metal blanquillo (speiss) que aparecía en los escoriales antiguos, aunque después la Junta dictaminase que la recuperación de este metal no era viable.

A principios del siglo XVIII las minas de Huelva de nuevo habían caído en el olvido. En 1725, el sueco Liberto Wolters presentó una solicitud de asiento por 30 años de las minas de Guadalcanal, Galaroza, Cazalla, Aracena y Riotinto y fue aceptada. Se consideró prioritaria la reactivación de Guadalcanal o Riotinto. Para abordar esta empresa, Wolters organizó una de las primeras sociedades anónimas constituidas en España con un capital social de 100.000 doblones repartidos en 2.000 acciones de las que Wolters se reservó el 35 %.

El final del siglo XVIII y el inicio del XIX son desalentadores. En cuanto a la minería pirítica, ninguna explotación estaba activa antes de 1824 excepto Riotinto, que continuaba siendo administrado con mejor o peor acierto por el Estado.

En esta línea, en 1829 Riotinto fue cedido en régimen de arrendamiento al marqués Gaspar Remisa por un periodo de 20 años. Este realizó una explotación abusiva buscando el máximo beneficio al mínimo coste. A partir de 1839 se generalizó el empleo de la cementación artificial, y se hizo hegemónico hacia el final del arrendamiento de Remisa en que el 90% del cobre producido era obtenido por calcinación en teleras.

Remisa finalizó su contrato en 1849, pero continuó ligado a Riotinto por espacio de unos años mediante otra sociedad de su propiedad, la Compañía de los Planes. En 1845 subcontrató a ésta en exclusiva la actividad más lucrativa del establecimiento minero, la cementación artificial de tierras vitriólicas. A pesar de la dudosa legalidad del contrato, Remisa supo aprovecharse de la indecisión de los administradores del Estado y mantuvo su privilegio hasta 1859 en que finalmente abandonó sus negocios en Huelva.

La primera apuesta seria la hizo un joven ingeniero de minas francés llamado Ernesto Deligny. En febrero de 1853 realizó su primer viaje a Huelva, actuando en representación de su amigo el Duque de Gluicksberg, antiguo embajador de Francia en Madrid. El fruto de este viaje fue la presentación de 40 registros entre los que se incluían las minas de Cueva de la Mora, Poyatos, San Telmo, Vuelta Falsa y Tharsis (sólo allí demarcó 20 registros). Más tarde presentó nuevos registros en Calañas (La Zarza). En 1853 se fundó la Compañía La Sabina para investigar Tharsis. La inyección de capital llegó en 1855 con la fundación en París de la Compagnie des Mines de Cuivre de Huelva con un capital de 6.000.000 de francos. Deligny abandonó la dirección cuatro años después por desavenencias con los socios capitalistas.

En 1866 la compañía francesa propietaria de Tharsis decidió arrendarlas por 98 años a The Tharsis Sulphur & Copper Company Ltd., fundada en Glasgow por una asociación de propietarios de siete fábricas en las que se producía ácido sulfúrico a partir de las piritas y se trataban las cenizas por el novedoso proceso Henderson. Esta compañía vendió Perrunal en 1900 a la Societé Française des Pyrites de Huelva que se hizo también con la propiedad de Lomero y Poyatos. La inglesa The Bede Metal Chemical Co. Ltd. arrendó La Joya, Cabezas del Pasto, Herrerías, El Carpio y San Telmo. En la Inglaterra de 1864 el 90% del ácido se fabricaba con piritas de Huelva.

La problemática de Riotinto era diferente. Tras varios intentos de venta en 1851, 1856 y 1870 el gobierno español acosado por la falta de liquidez decretó en 1873 la venta del establecimiento minero a un consorcio de banqueros europeos liderado por el escocés Hugo Matheson, formándose en Londres la Rio Tinto Company Ltd. (R.T.C.) con un capital social de 2.250.000 libras. En la compañía participaron algunas de las más importantes bancas de Escocia, Inglaterra, Francia y Alemania, como la familia Rostchild. La fuerte inyección de capital permitió transformar Riotinto en uno de los mayores centros industriales del mundo y la compañía se convirtió muy pronto en la “primera dama” del mercado mundial de las piritas, manteniendo esa posición hasta después de la Gran Guerra.

A finales de la década de los 80 la demanda de azufre experimentó un nuevo crecimiento. Para mejorar su posición en el mercado, cuarenta y cinco fabricantes ingleses de álcalis decidieron fusionarse en 1890, formando la mayor agrupación química del mundo: The United Alkali Company. Su estrategia era hacerse autosuficientes, controlando todos los eslabones de la cadena productiva, empezando por la obtención de las materias primas y entre ellas las piritas. Así, compraron las minas de Sotiel Coronada (1904), Tinto - Santa Rosa (1905) y a lo largo de 1906 el ferrocarril del Buitrón y las minas de Concepción, Castillo Buitrón y Poderosa. (Continuará)






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