Aunque no dentro del propio municiio de Tharsis, pero sí muy cerca de él, se levantó a imagen y semejanza de un camposanto británico. Presenta dos espacios diferenciados por gruesos muros de mampostería, realizada con piedra. Sus paredes están recubiertas de hiedra.
Aparece igualmente otra tipología, que consta de una tapa vertical rematada con una cruz griega inscrita en un círculo.
La belleza de este cementerio, sus pequeñas dimensiones que lo hacen de cierto aire romántico, la hiedra que lo envuelve y los enterramientos con nombres foráneos, causan una sensación de mezcla entre tristeza y belleza.
El staff de las empresas mineras intentó en la medida de sus posibilidades recrear la cultura y el espacio de su país de origen. No sólo se importaron modelos urbanísticos, formas de relación social, clubes, actividades recreativas, viviendas..., sino incluso espacios reservados y particulares para los que morían lejos de su tierra patria: un camposanto propio para una comunidad que vivía claramente separada y distinta. Este cementerio tiene por tanto un indudable valor simbólico en cuanto que conforma de manera global una comunidad —el staff extranjero en Tharsis—, que no sólo habita separadamente la comarca, sino que muere y es sepultado de manera separada. El cementerio constituye la demostración de cómo una comunidad puede vivir dentro de otra sin mezclarse con ella y manteniendo la separación incluso más allá de la vida.
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