lunes, 25 de abril de 2016

Los molinos harineros del río Tinto a su paso por Villarrasa, La Palma y Paterna (y III)

José Luis Gómez y Emilio Romero. En Villarrasa nos basamos en las referencias de Madoz y Francisco García del Castillo (Ruiz González, 1999).
“El río Tinto. Pasa en seguida al término de Villarrasa como a ½ legua de la población, fertilizando por ambas márgenes una porción de fanega de tierra de labor y dando impulso a varios molinos harineros”. Madoz.
“Confina por el N. con el de Valverde; E. Bollullos y Palma; S. Rociana, y O. Niebla; hay en él 3 ermitas y le atraviesa el río Tinto con cuyas aguas muelen algunos artefactos”. Madoz.
“Dista de Villarrasa un cuarto de legua el río que llaman Tinto, al norte, habiendo en él y en término de esta dicha población, seis molinos con distintas piedras cada uno, correspondiendo sus propiedades a diferentes vecinos y hacendados de este pueblo, y sus aguas que corren al sudoeste, nacen de las minas de su propio nombre y dista de la ya citada población seis leguas, juntándose dichas aguas con diversos arroyos, sepultándose unas y otras en el mar, que dista de este pueblo cuatro leguas. Juan Antonio Mora”. Francisco García del Castillo (1786)
Figura 15. D. Jesús Rivera y su Hija Dña. Josefa Rivera, 1942, al fondo molino de Gadea.
Figura 15. D. Jesús Rivera y su Hija Dña. Josefa Rivera, 1942, al fondo molino de Gadea.

Molino de Gadea (Figura 15, X: 711518.498 / Y: 4144615.858).
En el Registro de la Propiedad de La Palma del Condado aparece la siguiente descripción con fecha 10 de noviembre de 1867; Rústica: suerte de tierra al sitio conocido por GADEA, término municipal de Villarrasa, de unos 700 m2. Dentro de su perímetro existen un molino harinero en ruinas de unos 20 m2, que tiene tres piedras y la presa correspondiente, que atraviesa todo el río. Comprende además un horno de aproximadamente 12 m, y la casa contigua del molinero de unos 36 m2. Según inscripción de 9 de agosto de 1869, los dueños eran D.ª Isabel Domínguez Larios casada con D. José Díaz Flores, D.ª Dolores y D.ª Isabel Pérez Domínguez y D.ª Juana Soldán Rañón, vendiéndola y adjudicando en herencia la propiedad de todo el conjunto molinero a D. Federico Pérez del Pino. Según inscripción de fecha 11 de diciembre de 1922 éste la vendió a D.ª Isabel Díaz Rojas. El 17 de noviembre de 1942 Jesús Rivera Jiménez se hace con el dominio de la finca. Al morir el 20 de enero de 1964,  la propiedad pasa a su hija Dª. Josefa Rivera Calero por herencia.
El 14 de febrero de 1980, Francisco Javier Díaz Romero, casado con Concepción Pérez Moreno, compra el molino a D.ª Josefa Rivera Calero, inscribiéndola el 5 de septiembre de 1996. Tras fallecer sus esposa y pasar la propiedad a él y a sus hijos Cristóbal, Concepción y Francisco Javier, deciden, por inscripción de fecha  17 de noviembre de 1998 venderla a un vecino de Villarrasa. (RPLPC, T. 272, L. 5, F. 50, F. 558)
Figura 16. Molino de Juan Muñoz.
Figura 16. Molino de Juan Muñoz.

Molino de Juan Muñoz.  (Figura 16, X: 709223.266 / Y: 4142567.889)
Con fecha 16 de junio de 1896 el molino aparece descrito en los siguientes términos registrales. Urbana: molino de Juan Muñoz que se compone de cuatro piedras de molienda, se encuentra enclavado dentro del lecho o caudal del río Tinto y rodeado por sus aguas en término de Villarrasa y se comunica a él por un camino sobre el lecho del río; tiene el molino 5 metros y 75 centímetros de fachada y de fondo 13 metros, 70 centímetros, con cuatro piedras o pares de ellas para la molienda y su presa para recoger las aguas y además, fuera del molino una casa de un solo piso destinado  a granero y habitación del molinero, con 9 metros y 50 centímetros de fachada y 6 metros y 30 centímetros de fondo. Aparecía dueña de una cuarta parte D.ª Luna Muñiz Toro por herencia de su padre y de sus tíos D. Juan y D.ª Bárbara Muñiz. Mediante escritura otorgada el 21 de abril de 1896 ante el Notario D. Francisco Guzmán y Pichardo, D.ª Luna vendió su parte a D. Martín Aparicio Ortega (fallecido el 20 de octubre de 1919). Tras algunas correcciones en el Registro de la Propiedad por duplicidad en el número de la finca, ésta pasa por herencia a favor de D.ª Manuela Boza Domínguez según inscripción de fecha 26 de abril de 1946. El 11 de noviembre de 1950 hereda la propiedad del molino un vecino de Villarrasa a cuyo nombre aparece la  última inscripción consultada. (RPLPC, T. 492, L. 45, F. 37, F. 2744).
Figura 17. Molino de La Vadera.
Figura 17. Molino de La Vadera.

Molino de la Vadera. (Figura 17, X: 708692.936 / Y: 4141370.511)
Junto a este molino aparece un cartel informativo con los siguientes datos:
“La existencia de molinos constituyó una gran revolución tecnológica en la historia. Los molinos hidráulicos, instalados sobre todo en ríos y acequias, aprovechaban el flujo de la corriente del agua para hacer rotar las piedras molineras. Es a lo largo de la Edad Media cuando se desarrolla la evolución tecnológica de los mismos, llegando su utilización incluso hasta bien entrado el siglo XX.
Figura 18. Molino de Cleto o del Centeno. X: 708994.387 / Y: 4142009.737
Figura 18. Molino de Cleto o del Centeno. X: 708994.387 / Y: 4142009.737

Se localizaban junto a una de las orillas del río, en este caso, el río Tinto, tan emblemático y peculiar por el color de sus aguas. El agua era canalizada a través del azud (presa oblicua transversal), que dirigía al agua hacia la parte posterior del edificio del molino. En ella aparecían las compuertas de entrada del agua al interior del molino. A través de un canal ésta era conducida hacia los rodetes o rodeznos, turbinas circulares que giraban debido a que el chorro de agua se dirigía hacia uno de sus bordes. La turbina hacía girar, a su vez, la rueda volandera del molino a través del eje vertical, localizada en la sala de la molienda. En dicho giro sobre la rueda solera molía el grano de cereal, que era introducido entre las dos piedras a través de una tolva y por el orificio central de la rueda volandera.
Figura 19. Molino de Polo o de la Torre. X: 710452.048 / Y: 4143437.450
Figura 19. Molino de Polo o de la Torre. X: 710452.048 / Y: 4143437.450

Dependiendo de la importancia del molino el número de las ruedas molineras era variable. Los molinos de nuestra zona se denominaban molinos del mal tiempo, ya que los ríos tienen una caudal mayor durante la época de lluvias, cuando hace mal tiempo”.
Se observa que por un lado hablan de molinos de mal tiempo (los que funcionaban en época de lluvias) y por otro lado de molinos que trabajaban en “buen tiempo”, es decir, en verano.

D) TÉRMINO DE LA PALMA DEL CONDADO.
En La Palma del Condado existen las referencias de Madoz (1845-1850).
“Confina el término por el N. con el río Tinto, Campos y sierra de Tejadas y jurisdicción de Villalba; por el E. con el anterior; S. Bollullos, y O. Villarrasa: hay en él varias casas de campo y 4 molinos harineros”. Madoz.
“El río Tinto… desde aquí se inclina el río al N. NO., y en un continuo serpenteo se introduce por los sitios del Rincón, el Nuevo y el Sastre, llamados así de otros tantos molinos harineros que en sus márgenes se encuentran”. Madoz.
Francisco de Asís Molina Díaz, en sus consultas al Archivo Histórico de La Palma del Condado aporta los siguientes datos:
Año 1599 “la mitad de molino que dicen de San Juan que es en río Tinto en término de esta villa”.
Año 1600 “[…] los molinos del sastre E del alguaçil término de esta villa […]”.
Año 1600 “[…] del molino que llaman del sastre […]”
Año 1636 “[…] ael molino del ssastre […]”
Año 1760 “[…] al sitio del camino del molino nuevo […]”
Año 1872 “y se encaminaron al molino de pan que llaman de San Juan, que está en río Tinto, donde está el primer mojón que divide el término de esta villa con la de Villarrasa”.
Año 1889 “[…] y el molino del Rincón por término de La Palma”
Además de estas referencias, también  recoge en su obra datos del A.H.L.P.C. pertenecientes al Catastro del Marqués de la Ensenada, año 1760:
1.- “de San Juan al sitio de rio Tinto  a una legua de la población”.
2.- “pagan a esta fábrica un tributo por perpetuo de cuatrocientos reales de Vellón al año sobre un molino que llaman de San Juan a el sitio de río Tinto”.
3.- “una cuarta parte de molino harinero que llaman del Alguacil en la rivera del río Tinto”.
El Molino Nuevo o de San Rafael de los Santos, documentado por Francisco de Asís Molina Díaz en 1743,  tenía sobre la puerta de entrada un azulejo en el que constaba el año 1813, por lo que se puede suponer que posterior a su construcción fue reformado o reconstruido. El adjetivo Nuevohace suponer la existencia de otros molinos de fecha más antigua” como así demuestran datos aportados sobre los Molinos de Gadea (1551), de San Juan (1599), del Sastre y del Alguacil (1600).
Sobre el topónimo Molino del Sastre, Francisco de Asís nos dice que tiene como motivación la posesión del mismo por parte de un hombre cuyo oficio sería el de sastre. En los mapas consultados, el Molino del Sastre está situado a las faldas del “Barranquillo del Sastre”.
En el caso  del Molino del Rincón, Francisco de Asís le da un sentido orográfico y no de posesión, argumentando con acierto, el lugar en el que se encuentra localizado; la Vega del Rincón:
“A la orilla del Río Tinto, en el límite más septentrional del término de La Palma, que linda en esta zona con el de Niebla, (y con el de Paterna del Campo a escasos 500 metros) en uno de los meandros más agudos del río y rodeado de destacadas elevaciones”
El caso de La Palma del Condado en cuanto a la localización de los molinos es muy peculiar, puesto que todos ellos se encuentran literalmente “atravesados” por la línea del ferrocarril de la compañía de Rio Tinto. En 1873, una vez que la compañía inglesa se hiciera con la propiedad de las minas de Riotinto, se plantearon la construcción de un ferrocarril que uniera éstas con la capital onubense, puerto de salida del mineral hacia el Reino Unido. Ante esa tesitura, se deciden por la compra de toda la franja de tierra necesaria para tender la línea férrea, lo que ocasiona bastantes problemas con los propietarios de las referidas fincas, algunos de los cuales son expropiados. Es curioso observar como en el caso de La Palma, la vía del tren minero separa materialmente algunos molinos de la casa-almacén del molinero, lo que no impidió que la Río Tinto Company Limited construyese pasos subterráneos para solventar el problema.
En 1954 la Río Tinto Company Limited pasa a manos españolas (Avery, 2010). En 1971, los terrenos de la vía férrea se registran  a nombre de la Compañía Española de Minas de Riotinto por aportación social. Ésta hace a su vez una agrupación y aportación social de todas las fincas que en su día se necesitaron para tender la vía férrea y las traspasa a la Unión de Explosivos Riotinto, S.A. En el año 2010, tras un cambio de denominación, toda la franja de tierra que ocupa la antigua vía del ferrocarril minero pasa a ser propiedad de Atlantic Copper, S.A. (RPLPC, T. 1981, L. 275, F. 223, F. 8945)
Figura 20. Molino de San Juan o de Fulgencio.
Figura 20. Molino de San Juan o de Fulgencio.

Molino de San Juan o de Fulgencio. (Figura 20, X: 711978.161 / Y: 4145268.795)
En cuanto al Molino de San Juan o de Fulgencio se han obtenidos los siguientes datos registrales:
El 17 de octubre de 1867 se inscribe como molino harinero de 91 m² de superficie, denominado de San Juan y situado en la rivera del río Tinto y como a una legua de La Palma del Condado, con una casa de 98 m², que linda por el norte con las aguas del río Tinto y por el sur con las cumbres de los cabezos denominados de San Juan. Aparecían como dueños D. Juan Díaz y Mesa, casado con D.ª Mª de los Dolores Castañeda y Rañón y D.ª Mª del Amparo Díaz y Mesa, casada con D. Manuel del Alcázar y Pérez. El 28 de abril de 1893, D.ª Agustina Díaz Castañeda inscribió el molino por herencia de sus padres y tíos. D.ª Agustina, casada con D. Francisco Delgado de la Mora, muere en la localidad sevillana de Pilas el 1 de octubre de 1915, dejando el usufructo vitalicio a favor de su marido y la nuda propiedad a favor de su hermana.
Dª. Manuela Díaz Castañeda, según inscripción de fecha 16 de octubre de 1917. Tras la muerte de D. Francisco, ocurrida el 8 de mayo de 1924, se realizó una anotación al margen con fecha 3 de julio de 1924 en la que la propiedad del molino pasaba a ser de D.ª Manuela. (RPLPC, T. 169, L. 34, F. 69, F. 693).
  1. Agustín Díaz Camacho y D. Manuel Castañeda y Montoro (consuegros) eran dueños de las tierras en las que se situaba el molino. El primero de ellos, D. Agustín, casado don D.ª Mª del Rosario de la Mora y Mesa, dejó su parte a sus hijos D. Juan Díaz y Mesa, casado con D.ª Mª de los Dolores Castañeda y Rañón y a D.ª Mª del Amparo Díaz y Mesa, casada con D. Manuel del Alcázar y Pérez. El segundo de ellos, D. Manuel Castañeda, dio su parte en herencia a su hija D.ª Mª de los Dolores. Según inscripción del 16 de marzo de 1878, todos ellos vendieron una franja de la propiedad, a D. Emilio Gómez de la Lastra, apoderado de D. Guillermo Sundheim, que actuaba como representante de la Río Tinto Company Limited. (RPLPC, T. 173, L. 35, F. 147, F. 770).
Figura 21. Molino del Sastre.
Figura 21. Molino del Sastre.

Molino del Sastre. (Figura 21, X: 712513.098 / Y: 4145879.883)
Las tierras dónde se ubica el Molino del Sastre pertenecían desde tiempo inmemorial al Ayuntamiento de La Palma del Condado. Para la construcción del ferrocarril minero, fueron vendidas a la R.T.C.L. en 1877. Sobre el Molino del Sastre hemos localizado anotación, con fecha 29 de septiembre de 1879, en la que D. Manuel del Alcázar y Pérez aparecía dueño de 4/10 partes de las tierras dónde se ubica. (RPLPC, T. 194, L. 41, F.158, F. 1280)
Figura 22. Molino nuevo o de San Rafael de los Santos.
Figura 22. Molino nuevo o de San Rafael de los Santos.

Molino Nuevo o de San Rafael de los Santos. (Figura 22, X: 712514.184 / Y: 4145875.901)
Descrito como Molino harinero denominado de San Rafael de los Santos o Nuevo, situado en los márgenes del río tinto, término de La Palma del Condado, de construcción moderna, ocupando una superficie de 119 m² y en él cuatro asientos y con todos los útiles y maquinarias necesarias a la molienda, ocupando la casa una superficie de 96 m². (RPLPC, T. 169, L. 34, F. 51, F. 689).
Sobre las tierras donde se ubica el Molino Nuevo o de San Rafael de los Santos, hemos localizado también una inscripción de propiedad con fecha 25 de febrero de 1877, en la que D. Manuel Tirado Rañón vendía un trozo de dicha finca a la Río Tinto Company Limited. (RPLPC, T. 942, L. 147, F. 11, F. 8945).
El Molino Nuevo aparece inscrito el 29 de marzo de 1884 a favor de D. Agustín Díaz Camacho, casado con D.ª Mª del Rosario de la Mora y Mesa y de D. José Díaz de la Mora, por mitades indivisas. D.ª Catalina Josefa y D.ª Mª Dolores Díaz y Mesa heredan de sus padres la mitad indivisa que posteriormente, y con inscripción de fecha 28 de abril de 1884, venden a D. José Díaz de la Mora. El 31 de diciembre de 1891 muere D. José Díaz, inscribiendo la totalidad del molino, por herencia, D. Trinidad Díaz Rañón el 14 de junio de 1907.
Juan Lepe Moreno trabajó en este molino entre 1885 y 1936 para el que entonces era “dueño del molino”, D. Trinidad Díaz Rañón.
Figura 23. Molino del Rincón.
Figura 23. Molino del Rincón.

Molino del Rincón. (Figura 23, X: 714791.163 / Y: 4147716.841)
El Molino del Rincón lo encontramos en una inscripción de 3 de julio de 1876, donde Dª Francisca Zambrano y Ponce de León, aparecía dueña de un finca en la zona del “Arroyo Pipero” en la que se encuentra el molino, casa y cuadra. En esa misma inscripción vendió la propiedad a la Río Tinto Company Limited. (RPLPC, T. 150, L. 29, F.68, F. 822)
Figura 24. Molino del Aguacil o Pataleta. X: 712936.121 / Y: 4145717.947
Figura 24. Molino del Aguacil o Pataleta. X: 712936.121 / Y: 4145717.947

E) TÉRMINO DE PATERNA DEL CAMPO.
Francisco de Asís Molina Díaz,  en sus consultas al Archivo Histórico de La Palma del Condado aporta estos datos:
Año 1889 “[…] queda en término de Paterna el molino del Cascajal […]”
En cuanto a nombre de este molino, Francisco de Asís dice lo siguiente:
“La motivación del topónimo Cascajal es evidente si atendemos al contexto en que aparece en la documentación antigua – “Vega del Cascajal” (1743), “Vega del Cascajar” (1834), “mesilla del Cascajal” (1872) y “Vega del Cascajal” y “molino del Cascajal” (1889)- y a la localización del lugar: El Cascajal designa a una zona de formación sedimentaria en un meandro del río Tinto en el límite de los términos municipales de Niebla, Paterna del Campo y La Palma y a la pequeña altiplanicie colindante, compuesta principalmente de pizarra y cantos rodados”
Figura 25. Molino del Cascajal.
Figura 25. Molino del Cascajal.

Molino del Cascajal. (Figura 25, X: 714436.236 / Y: 4148426.092)
En el Registro de la Propiedad es descrito como Molino harinero llamado Cascajal, construido sobre el río Tinto, en el término municipal de Paterna de Campo, con 4 asientos para moler trigo, una pequeña casa y un trozo de tierra, que por efecto de una segregación que le fue hecha para la Compañía Minera de Riotinto, ha quedado reducida su cabida a 1 hectárea, 26 áreas y 99 centiáreas. D. Francisco Pinto Cepeda inscribe el título de esta finca el 3 de diciembre de 1874. Unos días después, el 10 de diciembre, vende la propiedad a D. José Mª Espina y Ortiz de Aviñes.
El 7 de diciembre de 1900, D. Juan Espina Soldán escribe a su nombre toda la finca por herencia que le hace su padre, D. José Mª Espina. D. Juan Espina Soldán muere en Sevilla el 2 de julio de 1914, dejando en herencia el usufructo vitalicio del molino a favor de su viuda Dª. Manuela Díaz Castañeda,  y la nuda propiedad a su sobrino D. Felipe Espina y de Cepeda, según inscripción de fecha 30 de agosto de 1915. El 17 de enero de 1929 D. Felipe Espina y de Cepeda, casado con Dª. Concepción de Cepeda y Díaz, vecinos de Villalba del Alcor, compran a Dª. Manuela Díaz Castañuela, viuda de D. Juan Espina Soldán, el usufructo vitalicio de esta finca. (RPLPC, T. 558, L. 51, F.35, F. 304)
Actualmente, unos vecinos de La Palma del Condado disfrutan la propiedad del molino y de todo lo que le rodea.
Figura 26. Molino de la Molineta o Cabezuelas.
Figura 26. Molino de la Molineta o Cabezuelas.

Molino de la Molineta o Cabezuelas. (Figura 26, X: 714797.837 / Y: 4149545.859)
En cuanto al Molino de la Molineta o Cabezuelas, podemos deducir su nombre por sus proporciones y por su situación. Suelen llamarse así los molinos pequeños de una sola piedra y además se encuentra en la zona denominada “Majadal de las Cabezuelas”.
F) MOLINOS DEL CURSO ALTO
Este epígrafe reseñamos los cuatro últimos molinos que estuvieron en funcionamiento, que se corresponderían con los cuatro descritos por Madoz a  mediados del XIX y que serían los supervivientes de los 19 que había a fines del s. XVIII. Su actividad continuó hasta los años 60 cuando la pérdida de funcionalidad del Ferrocarril Minero de Riotinto (Delgado Domínguez, 2009) determinó su cierre definitivo. Estos molinos al estar a menos de 500 metros del río están dentro de Paraje Natural Protegido (Decreto de 14 de Diciembre de 2004, B.O.J.A. nº 10  de 11 de enero de 2005); de la zona incoada Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Zona Patrimonial (Resolución de 24 de octubre de 201, BOJA 222 de 11 de noviembre de 2011) y por último está dentro de la zona a declarar  Geoparque Europeo, esta última si engloba todos los molinos referidos en este trabajo.  Desde el curso alto del río al Sur los molinos son los siguientes:
Figura 27. Molino del Tamujoso.
Figura 27. Molino del Tamujoso.

Molino de Tamujoso (término municipal de Minas de Riotinto) X: 716927.60. Y: 4170547.64.
Molino doble ubicado en la desembocadura del barranco Tamujoso (Figura 27), de ahí su nombre,  con el río Tinto y en la margen derecha del mismo. Está construido en mampuestos de pizarra y ladrillo imbricados con mortero de cal. Es del tipo doble, ambas salas de molienda poseen una pequeña bóveda de cañón y se conservan las dos piedras del molino. El edificio ostenta un estado de conservación medio, anexo conserva parte del azud que dirigía parte del agua hacia el molino. Desde la entrada en funcionamiento del Fc. Minero de Río Tinto, gran parte de la harina se comercializaba mediante este medio desde la cercana  estación-apeadero de Jaramar.
Figura 28. Molino del Infierno.
Figura 28. Molino del Infierno.

Molino del Infierno (El Madroño, Sevilla) X: 717 265,10 Y: 4166285.14
Molino, con un topónimo similar al situado en el Odiel. Está ubicado en la margen izquierda del río en la provincia de Sevilla (Figura 28). Construido en pizarra y la zona abovedada en ladrillo. Presenta un estado de conservación deficiente en la planta de arriba, mientras la de abajo no presenta daños estructurales, sólo tiene una piedra de moler. Conserva parte de la presa. Este molino pasaba la harina hacia la margen derecha donde se encontraba la Estación de Jaramar, desde donde se comercializaba, mediante una pedaleta o tirolina a pedales que todavía se conserva.
Figura 29.- Molino Viejo, de Emilio o Perdido.
Figura 29.- Molino Viejo, de Emilio o Perdido.

Molino Viejo, de Emilio o Perdido. (Término Municipal de Berrocal) X: 716402,39 Y: 4162760,74
Molino situado en la orilla izquierda del río (Figura 29). La estructura del edificio es un paralelepípedo  de 7,18 m x 6,98 x 7,67 x 5,80 m. Construido en el siglo XVIII con mampuestos de pizarra unidos con argamasa y las bóvedas en ladrillos. Está ubicado en el sentido de la corriente el molino hace de tajamar para favorecer la entrada del agua con fuerza para mover los álabes. La cubierta plana ligeramente inclinada hacía el río solventada con los materiales ya descritos. Presenta ventanales muy estrechos y alargados, un solo acceso y cuatro contrafuertes en el sentido de la corriente. Conserva parte de la azud y el canal que conducía el agua al molino.
Molino de Tomás o del Salto. (Término Municipal de Berrocal). X: 716553,85  Y: 4166285,14
Molino ubicado en la orilla izquierda del río. Está construido en el siglo XVIII, en mampuestos de pizarra y ladrillo. Ostenta unas malas condiciones de conservación, así  se conserva sólo parte de la bóveda de la cubierta, presenta un solo vano de entrada, también posee parte de la azuda y el canal.
  1. Término Minas de Riotinto, hasta 1841 Zalamea la Real.
En Zalamea tenemos las referencias de Madoz y Antonio Domínguez Cavallero (Ruiz González, 1999).
“El río Tinto. A la distancia de ¼ de legua y sitio de los Cuatro Molinos se juntan ambas aguas, llegando a la ribera del Jarrama, que las separa una legua”. Madoz.
“El terreno es casi todo de sierra y de secano, poblado de encinas y con varias cañadas de regular calidad, buenas para la siembre de cereales. Encuéntrense diferentes canteras para piedras de molino”. Madoz.
“En el expresado río Tinto que está a orillas de Minas de Riotinto en distancia de media legua poco más o menos, hay 17 molinos de pan, que muelen todo el año con el agua del río. Los molineros que están ocupados en ellos son de varios pueblos, pero la mayor parte son vecinos de esta aldea. Las piedras que usan para la construcción de las casas son de laja…” Antonio Domínguez Cavallero (1786)
Mapa 3. Mapa del territorio de la villa de Campofrío y Ventas y sus contornos / Formado por el Br. Dn. Juan Antonio Delgado y Domínguez, Prô, natural y vecino de la misma Villa y Opositor á los Curatos Vacantes del Arzobispado de Sevilla; Tomás López de Vargas Machuca. Escala 1:140.600. 1795. Biblioteca Nacional-Mss/7306-fol. 82, r. ICA-11542600.
Mapa 3. Mapa del territorio de la villa de Campofrío y Ventas y sus contornos / Formado por el Br. Dn. Juan Antonio Delgado y Domínguez, Prô, natural y vecino de la misma Villa y Opositor á los Curatos Vacantes del Arzobispado de Sevilla; Tomás López de Vargas Machuca. Escala 1:140.600. 1795. Biblioteca Nacional-Mss/7306-fol. 82, r. ICA-11542600.

Adriano Gómez Ruiz, en un anexo del libro “Molinos en el Río Odiel” (Gomez Ruiz, 2003), hace una relación de 23 Molinos Harineros sitos en Zalamea la Real y que funcionaban en 1760. De los 23 molinos descritos, 19 estaban situados en el río Tinto, muy cerca de la unión de éste con la desembocadura del río Jaramar. Hemos fotografiado cuatro de ellos en esa zona que supuestamente se corresponde con la que Madoz denomina “sitio de los Cuatro Molinos” y en la que el plano de Juan Antonio Delgado y Domínguez sitúa 8 ingenios en el año 1795 (Mapa 3).
Respecto a los nombres de estos molinos, Adriano Gómez aporta lo siguiente: Molino de María, Molino del Carpintero, La Molinilla, Molino del Acebuche, Molino del Peral, Molino de Los Nogales, Molino de los Chaparrales, Molino de la Naya y un grupo de ellos llamados Molinos de Arriba.
La explotación de las minas de Riotinto por la RTCL, así como la electricidad, acabó con la  actividad molinera tan identificada con la población de Zalamea la Real.

CONCLUSIONES
El río Tinto con más de 100 km de longitud, discurre de norte a sur por 17 municipios de la provincia de Huelva. La historia de este río siempre ha estado ligada a la minería desde los Tartessos y, actualmente a la declaración como Paraje Natural Protegido y candidato a la declaración como integrante del Geoparque de la Cuenca Minera de Riotinto, pero poco es conocida desde el punto de vista de la actividad molinera. La actividad cerealista en la provincia de Huelva propició durante siglos la construcción de molinos en los cauces de sus ríos principales (Odiel y Tinto), aprovechando los grandes caudales en épocas invernales para poder realizar la molienda en los meses de estío, siendo el mes más productivo junio y el menos agosto. La actividad llevada a cabo en los molinos era ardua, por el mantenimiento y limpieza continua que deberían realizar durante todo el año por el acumulo progresivo de material acumulado a lo largo del cauce que a veces deterioraban las piezas integrantes de los mismos.
Hoy día apenas se mantienen en pie en cierto estado de conservación cinco de esos molinos, que con el tiempo podrían desaparecer si no se lleva a cabo las actuaciones pertinentes de conservación mediante la posibilidad de declaración bajo la figura de Bien de Interés Cultural de estos elementos que también se consideran integrantes del patrimonio industrial tristemente desaparecidas.

lunes, 18 de abril de 2016

Los molinos harineros del río Tinto a su paso por Huelva, Moguer, San Juan y Niebla (II)

José Luis Gómez y Emilio Romero. Mucha es la bibliografía y cartografía que nos aporta conocimiento sobre la existencia de molinos harineros en los márgenes del río Tinto. Para su inventario hemos tenido en cuenta la mención que de ellos se hacía en los siglos XVIII y XIX, por lo que hemos utilizado las ediciones facsímiles del Diccionario Geográfico-Histórico-Estadístico de España editado en Madrid entre 1845 y 1850 por Pascual Madoz así como un plano realizado por D. Francisco Coello, Teniente Coronel, capitán de Ingenieros en el año 1869, que forma parte del Atlas de España y sus posesiones de Ultramar. También hemos utilizado las ediciones facsímiles del Geógrafo Real D. Tomás López  (siglo XVIII) y la de Rodrigo Amador de los Ríos, Huelva.
Amador de los Ríos, mencionando a Merelo y Casademunt (Guía de Huelva y su provincia), nos aporta que en 1888 existían en la provincia de Huelva 360 molinos harineros. A partir de ahí, nos podemos hacer una idea de la importancia de dichos ingenios en la “industria”  de la época.
Sabiendo que el río Tinto poseía gran número de ellos, pasamos a localizarlos por términos municipales, siendo de gran ayuda la cartografía del ejército que nos ha proporcionado la localización y nombre de casi todos los molinos inventariados.
 TÉRMINOS DE HUELVA, MOGUER Y SAN JUAN DE PUERTO. Las referencias que tenemos de la existencia de molinos en estos términos municipales se basan en textos escritos y cartografía. De momento solo han sido encontrado restos del Molino de Nepomuceno,  en término de Moguer, gracias a su inscripción como Bien Inmueble de Catalogación General (BOJA 122, 23 de junio de 2010). Sabemos que en estos términos municipales los molinos eran mareales, es decir, aprovechaban los flujos y reflujos de las mareas para poner en movimiento los mecanismos de molienda. Estaban construidos sobre los caños y esteros del río Tinto, superponiendo a estos caños los elementos para la captación y almacenamiento de las aguas, consistentes básicamente en un sistema de compuertas y una presa o caldera. Junto a ésta y por encima del nivel hidráulico se situaban las dependencias del molino. Bajo éste se localizaban los cárcavos. La capacidad molinera oscilaba de dos a cuatro muelas.
Aunque existe constancia desde el siglo XV en los esteros de Moguer, la época de esplendor de los molinos mareales se encuadra entre los siglos XVI y XVII, creciendo de manera paulatina durante el periodo ilustrado del siglo XVIII. El declive de estos ingenios se produce a mediados del siglo XIX con la Revolución Industrial, la pérdida de los mercados coloniales y la introducción de nuevos sistemas productivos.
Desde finales del XIX hasta comienzos del siglo XX, la actividad cesa, funcionando  excepcionalmente en algunos inmuebles hasta mediados de los años cuarenta como respuesta a la falta de pan.
Figura 6. Molino de Nepomuceno (Moguer).
Figura 6. Molino de Nepomuceno (Moguer).
Molino de Nepomuceno, Moguer (Figura 6): X: 688759.276/ Y: 4126513.085
Auxiliadora García-Arreciado (1992), haciendo referencia al término de Huelva a finales de la Edad Media, sitúa en un plano los Molinos del Pasaje, del Rincón, de Anicoba y Nuevo. Sobre el Molino Nuevo, nos dice que pertenecía al Duque de Medina Sidonia, siendo el resto de propiedad particular y que en 1510 le rentó 70.000 mrs. En esos años (1509-1511), dentro del sector de la alimentación y el transporte, cifra el número de molineros en 3.
En Moguer tenemos las referencias de Madoz.
“Fertiliza el río Tinto con sus avenidas sobre 600 fanegas de tierra de labor que se encuentran en los puertos de Mampoy, la Isla y Balufo, dando impulso además a 11 molinos harineros de represa”.
“INDUSTRIA. Se encuentran en las márgenes del río, 11 molinos harineros e igual número de tahonas en la ciudad”.
Mapa 1: Plano del contorno de Huelva (Coello, 1869).
Mapa 1: Plano del contorno de Huelva (Coello, 1869).
De San Juan del Puerto se ha encontrado una referencia interesantísima de Jesús Monteagudo López-Menchero (González Cruz, 1992). A través de unos datos elaborados por él mismo sobre el poblamiento de esta Villa por entidades de población (Nomenclátor año 1860. INE. Madrid), conocemos el nombre de seis molinos harineros, curiosamente habitados por 5 personas cada uno, sitos en éste término municipal. Se trata del Molino de la Barca, Molino de la Isla, Molino del Poyo, Molino del Rincón, Molino del Vergillo y Molino Nuevo. Tenemos referencias cartográficas sitas el río Tinto de los Molinos Nuevo, de la Isla y del Rincón.
Mapa 2 : Mapa Fisiográfico del Litoral Atlántico de Andalucía (Martín Ramos, 1999).
Mapa 2 : Mapa Fisiográfico del Litoral Atlántico de Andalucía (Martín Ramos, 1999).
A falta de imágenes de los molinos que existieron en estos términos municipales, utilizamos estos dos mapas que son muy descriptivos, uno (Mapa 1) de Francisco Coello (1869) y el Mapa Fisiográfico del Litoral Atlántico de Andalucía: 1/50.000 (Mapa 2).
2. TÉRMINO DE NIEBLA.
En Niebla tenemos las referencias de Francisco de Copons y Navia (Villegas Martín, 2011).
Al Norte del puente (refiriéndose al puente romano) hay un molino de agua a corta distancia; y en las orillas del río huertas, estando las de la parte del pueblo formadas en los remansos comprendidos entre el escarpado, y la misma orilla del agua. Al Sur del pueblo y a tiro de fusil hay tres molinos también de agua sobre el mismo río, el que desde el puente a este mismo punto hace su curso por diferentes y pequeños canales, precipitándose en otros por algunas lajas”
Figura 7. Molino del Cuervo. X: 713903.231 / Y: 4147292.075.
Figura 7. Molino del Cuervo. X: 713903.231 / Y: 4147292.075.
Otra de Madoz y Pedro Valiente (Ruiz González, 1999).
“El río Tinto… de aquí pasa a la jurisdicción de Niebla por el sitio de la dehesa Río, a cuya extremidad se le une el arroyo del Helechoso, con cuyas aguas muele un molino así llamado, y otros más en Niebla”. Madoz.
El río Tinto.  Desde su nacimiento, pasa por las faldas de la sierra de Rite, que están en el término de esta villa, y desde el término de la villa de La Palma, va bajando y tiene muchos molinos de pan moler en aquel término. En la limitación del lugar de Villarrasa y al pie de colinas que mirando entre oriente y mediodía, todo el sur y mediodía y hasta poniente, tiene esta villa por la parte de allá cinco molinos, y por la de hacia esta villa, tiene otros tres, conservando las sierras de Rite su nombre hasta dos leguas de distancia de esta villa, que dejan de serlo, y las colinas que le sirven de cordillera y antemural, hasta la pasada que llaman de la Gapa, donde está el último molino, que es por dónde transitan las carreta para el vado que llaman de Marisuárez, donde llegan las embarcaciones que entran por la ría de San Juan del Puerto, a cargar maderas, vino y demás que ocurre en el comercio para la ciudad de Cádiz, Arsenal de la Carraca o Isla de León”. Pedro Valiente.
Figura 8. Molino del Helechoso. X: 706682.229 / Y: 4139806.384.
Figura 8. Molino del Helechoso. X: 706682.229 / Y: 4139806.384.
Se han localizado los 7 molinos del río Tinto y el molino del arroyo Helechoso (en la desembocadura con el río Tinto) (Figuras 7 a 14). Cinco de los molinos están en la orilla derecha (Molinos del Cuervo, del Helechoso, del Puente, de la Puerta del Buey y de San Martín) y 3 molinos en la orilla izquierda (Molinos de Loza, de Angorrilla y de la Higuera).
En cuanto a la titularidad de uno de los molinos harineros de Niebla, existe la siguiente referencia (Acosta Ferrero, 2003):
Figura 9. Molino del Puente. X: 705959.727 / Y: 4138023.695.
Figura 9. Molino del Puente. X: 705959.727 / Y: 4138023.695.
“Finquita de campo conocida como la Huerta de Lavapiés, con la casa, muebles, libros, aperos de labor, ganado y aves, que fue adquirida por ella y MR. Ernest Ewart mediante compra del antiguo molino con su presa y terreno a D. Rafael Prieto de enero de 1930”.
Figura 10. Molino de la Puerta del Buey. X: 705284.117 / Y: 4137165.370.
Figura 10. Molino de la Puerta del Buey. X: 705284.117 / Y: 4137165.370.
En cuanto al Molino del Cuervo se puede deducir su nombre por estar situado a las faldas del “Barranco del Cuervo” o “Vegas de Riotinto”, llamado vulgarmente “Vegas del Cuervo y Zapatera” (RPLPC, T. 173, L. 3
Figura 11. Molino de San Martín. X: 704421.276 / Y: 4136728.157.
Figura 11. Molino de San Martín. X: 704421.276 / Y: 4136728.157.
Figura 12. Molino de Loza. X: 704476.596 / Y: 4136650.861.
Figura 12. Molino de Loza. X: 704476.596 / Y: 4136650.861.
Figura 13. Molino de Angorilla. X: 703846.534 / Y: 4136327.359.
Figura 13. Molino de Angorilla. X: 703846.534 / Y: 4136327.359.
Figura 14. Molino de La Higuera. X: 704421.276 / Y: 4136728.157.
Figura 14. Molino de La Higuera. X: 704421.276 / Y: 4136728.157.
5, F. 98, F. 760.)
(Continuará)

domingo, 10 de abril de 2016

Molinos en el Río Tinto: Inventario de un patrimonio olvidado (I)

José Luis Gómez y Emilio Romero. La riqueza cerealista de la Provincia de Huelva, propició durante siglos la instalación de un gran número de molinos harineros en los márgenes del río Tinto así como en los afluentes que lo alimentaban. Estas máquinas, que forman parte de nuestra historia, podemos encontrarlas actualmente, en muy mal estado de conservación aún siendo el patrimonio histórico-industrial, hoy en día considerado y digno de ser recuperado y mantenido.
El estudio de los molinos de agua se caracteriza por el esfuerzo en determinar históricamente sus inicios. Por ello, de manera reiterada se utilizan datos que son escasos y terminan siendo frecuentes. En ellos se da noticia del ingenio y de su antigüedad, pero no de su estandarización. Algunos autores (García Tapias, 1987) suponen que en un principio se ajustaban a la simplicidad de los denominados molinos griegos o nórdicos y que más tarde irían desarrollándose en formas y técnicas hasta llegar a los inicios de la cultura hidráulica medieval.

Figura 1. Reconstrucción de molino encontrado en el Ágora de Atenas perteneciente al siglo I a. de C. (Flores Arroyuelo, 1993).
Figura 1. Reconstrucción de molino encontrado en el Ágora de Atenas perteneciente al siglo I a. de C. (Flores Arroyuelo, 1993).
Hacia el año 27 a. C. tenemos la descripción que Vitrubio hace de los molinos, describiendo someramente dichos ingenios, compuestos de una rueda de corriente baja que transmite el movimiento a las muelas a través del engranaje de otras dos ruedas dentadas. A este modelo que describe Vitrubio corresponde el molino descubierto en el Agora de Atenas (Figura 1), arqueológicamente datado en el siglo V, con la única diferencia en el modo de recibir el agua y que con matices, sería a la postre el utilizado en época feudal.
En el siglo XVI, Juanelo da noticias de un molino de rueda vertical, que   aunque es el más común, no da las mejores prestaciones. Por ello llega a establecer que el molino de rodezno y cubo es el de mejores fórmulas (González Tascón, 1986). En el siglo XVIII, Villarreal (Munibe, 1990) pone aún de manifiesto la existencia de molinos de rueda vertical, pero al igual que Juanelo,  aduce que las máquinas más atrasadas estaban en manos de la plebe y las más eficaces en las de los más pudientes. El empleo de máquinas hidráulicas como fuerza motriz también se empleó en la zona que nos ocupa para accionar las fundiciones desde 1741 hasta la introducción de la maquinaria de vapor en 1873.

Figura 2. Molino feudal o de rueda vertical y Molino de rodezno (Sánchez Jiménez, inédito).
Figura 2. Molino feudal o de rueda vertical y Molino de rodezno (Sánchez Jiménez, inédito).

El molino feudal (figura 2) tenía una mecánica y técnica inferior al de rodezno, pero su capacidad de producción era mayor, causa ésta última de su aceptación dentro de economías de superproducción. El feudalismo podía sostener un equipo de mantenimiento poco accesible a la economía familiar de los campesinos. El complejo mecanismo de transmisión de este enorme molino, origen de frecuentes descalabros en la maquinaria, no era óbice para aquellos potentados que podían mantener un organigrama humano dedicado a su mantenimiento: oficial molinero, aprendiz, maquinero, encargado de ruedas, ejes y engranajes, encargado del agua, encargado del picado de muelas… A esto se le sumaba la construcción, con excelentes materiales, de grandes presas y edificios.
El molino popular es descrito por Juanelo como más común, con una mecánica idéntica a la del modelo feudal, pero con una carpintería y obra muy precaria, lo que provocaba muchas averías y escaso rendimiento. Por el contrario, y a su favor, el aprovechamiento de energía era mínimo.
El reto técnico del molino popular lo asume el molino de rodezno y cubo (figura 2), con una transmisión directa que eliminaba los complicados elementos de transmisión de la rueda vertical, por lo que se reducían los espacios, se evitaba la construcción de presas y edificios de gran fábrica, se reducía al mínimo el mantenimiento y se establecía un mayor ahorro de energía. Todo esto hacía posible la adaptación de molinos a cursos de escasa corriente, proyectados a niveles muy simples, lo que unido a razones más de subsistencia que a superproducción, motivó la lenta expansión del molino de rodezno en la agricultura.
¿CÓMO TRABAJABAN ESTOS MOLINOS? La descripción técnica del molino de rodezno la encontramos de muy diversos estilos. Unos autores la hacen empezando por el mecanismo del ingenio, otros por el edificio donde se aloja, otros por el funcionamiento y trabajo del molinero, etc. Pensamos que lo más práctico para empezar a conocer los molinos del río Tinto es describir lo que vemos desde fuera, es decir, localizar el molino propiamente dicho así como su presa o azud. A partir de ahí, entrar en el molino y ver los elementos del piso superior o cuarto de molienda, seguidamente bajar al “infierno” o cárcava, que es la zona donde se encuentra el rodezno. Una vez que nos hacemos una idea general de todo lo visto, podemos recrear el funcionamiento del mecanismo y relacionarlo con el trabajo del molinero.
A partir de ahí se podría profundizar más describiendo los métodos de construcción del conjunto, transporte de piedras, mantenimiento de los elementos, “modus vivendum” del molinero, etc. Empezaremos por tanto con lo que veremos en el exterior de los molinos del río Tinto.
a) Exterior del molino.

Figura 3. Molino de Polo o de La Torre (Villarrasa)
Figura 3. Molino de Polo o de La Torre (Villarrasa)
En el exterior (figura 3) encontramos la conducción de agua hasta el molino (presa o azud) y el edificio del molino, que suele estar en la orilla, fuera del alcance de crecidas e inundaciones. La mayoría de molinos del río Tinto se inundan  en períodos invernales y algunos de ellos fueron totalmente inutilizados (destruidos) por no haberles dado la ubicación adecuada.
Los molinos presentan variadas construcciones, pueden ser rectangulares con tejados a una o dos aguas, rectangulares con tejados de bóveda de medio cañón,  redondos con tejado en falsa cúpula, incluso podemos encontrarnos cuatro muros sin techumbre o solo la techumbre. Éstas están simplemente enlucidas con argamasa y otras cubiertas con ladrillos en espiga sobre mampostería.
Los elementos de fábrica del molino suelen ser lajas, cantos rodados, ladrillos macizos, traviesas de madera y tejas de espiga. Los ladrillos y traviesas de madera parecen ser de reparaciones relativamente recientes (a partir de 1873 fecha en que se inicia la construcción del ferrocarril de Riotinto-Huelva por la RTCL).
b) Interior del molino.

Figura 4. Interior del Molino Nuevo o de San Rafael de los Santos (La Palma del Condado).
Figura 4. Interior del Molino Nuevo o de San Rafael de los Santos (La Palma del Condado).
En la sala del molino (figura 4), en el piso superior (que presenta varios huecos de aireación), encontraríamos el sistema de alimentación constituido por la tolva o recipiente para el grano. Podría estar colgada de una traviesa de madera que iría de pared a pared o sujeta a una traviesa colocada desde el techo del molino hasta el suelo. Solían tener forma de tronco piramidal cuadrado e invertido y  una capacidad de entre 50 y 200 kg. según el molino. Estarían fabricadas en tejido basto las más antiguas, siendo las más modernas de madera. La tolva presentaba una pequeña abertura en su parte inferior por la que caía el grano al ojo (orificio de entrada a la piedra molar superior (volandera). A la tolva se le colocaba un cordel por la parte de arriba, con un nudo y una esquila (campanita) en la parte de fuera para que cuando el trigo bajara produjera un campanilleo que sirviera de aviso al molinero de que había poco trigo y era momento de hacerse otra molienda.
Bajo la tolva veríamos las dos piedras circulares de moler, una sobre otra, la superior llamada volandera y la inferior solera. Ambas estaban colocadas sobre el alfanje, especie de “mesa de trabajo” construida en mampostería o con  piedras de moler ya desechadas, que ayudaba al molinero a trabajar con una postura más erguida. La piedra volandera, en su cara inferior dispone de una mueca donde va alojada la lavija, parte de la espada que le proporciona el giro.
Alrededor de las dos piedras veríamos el guardapolvo, artilugio construido en esparto o madera y que servía para que el grano triturado por las piedras en su giro, transformado en harina, fuera recogido y no saliese despedido de entre sus dos ruedas. Del guardapolvo, la harina era conducida por la piquera al harinal, recipiente construido en piedra o madera, donde ésta se recogía antes de ser tratada. En algunos molinos, el harinal estaba conectado con la paradera del saetillo. Con ello se conseguía que al estar lleno, la molienda se detuviese sin necesitar de la vigilancia del molinero.
Dentro del molino encontraríamos también la cabria, “grúa” de madera utilizada para levantar la piedra volandera y voltearla. La cabria disponía de una tenaza metálica que se engarzaba en unos agujeros laterales que tenía la piedra. Al ser volteada, la piedra presentaba su cara inferior facilitando el trabajo de picado o rayado, tarea que el molinero solía hacer dos veces al año. Con picos, buriles y azuelas de hierros templados, el molinero afinaba la superficie de las piedras, perfilando sus superficies, estrías y rayones. También utilizaba una regla cuyo borde se manchaba con la misma  agua del río Tinto (colorante natural por su tono rojizo) que detectaba las irregularidades de la superficie.
Por último, además de los utensilios propios del molinero y de algún mobiliario muy austero, en el cuarto de molienda encontraríamos la palanca de alivio,  “mando” que servía para ajustar o calibrar  la distancia entre las piedras del molino. Las muelas no podían rozar entre ellas, eso haría imposible el giro (podían pesar hasta 600 kg.) y se mezclarían restos de roca con la harina. El tipo de grano, la humedad y la  velocidad de la piedra volandera hacían necesario un trabajo de calibrado milimétrico, para lo cual el molinero utilizaba el aliviador, un artilugio que se manejaba desde el interior del molino y que con una vara unida al puente, era capaz de mover todo el sistema rotor del rodezno.
c) Bajar al “infierno”.
El infierno o cárcava es la parte inferior, construida bajo le sala de molienda (figura 5). Es una cavidad en la que se aloja el sistema motriz y que presenta hacia el exterior una abertura en forma de arco por la que sale despedida el agua. En función del número de piedras que tenga el molino, dispondrá de más o menos cárcavas, lo que exteriormente dará a la construcción una peculiar estética. En el río Tinto podemos encontrar molinos con una cárcava y hasta con cuatro cárcavas.
Asomados a la cárcava veremos en primer lugar el rodezno, pieza fundamental del molino y que le da su nombre. Se trata de una rueda hidráulica con paletas curvas o planas y eje vertical. Es una rueda doble de madera o hierro donde van encastradas las paletas o álabes. Los molinos del río Tinto tenían rodeznos con aspas de madera de pino muy bien engarzadas unas con otras y cogidas con clavos de jara, no siendo aconsejable el uso del hierro debido al pH de sus aguas. Dicha rueda va unida a la maza en la que encaja el árbol y a su vez el badil o espada, sujeto mediante cinchos metálico o sortijas. La maza, el árbol y la espada forman el eje del rodezno, que se encarga de transmitir el movimiento a la piedra volandera.
Dispone también de una viga de madera o puente, sobre la que gira el rodezno (el giro lo hacen dos piezas metálicas, la punta (que forma parte del rodezno) y la apoyadera (que está en el puente) y que tiene dos funciones: impide que el rodezno se empotre en el suelo y permite aliviar/calibrar las piedras molares. El puente se sujeta por un lado a la pared de la cárcava mediante la cama, pieza de madera que le permite cierta movilidad y por el otro, a la vara de alivio, que conectada con la palanca de alivio, facilitan el movimiento vertical de  todo el sistema rotor del rodezno.
El último elemento que vemos en “el infierno” es el saetillo, pieza que podía ser construida en piedra, madera o hierro. Conectada con el cao (boca de entrada de agua al molino) proyectaba un chorro de agua con la presión suficiente para que al golpear en los álabes, mover el rodezno, el cual hacía girar el árbol y a su vez transmitía este giro a la piedra volandera.

Figura 5. Esquema de molino de rodezno (Soto Gálvez et al., 2007).
Figura 5. Esquema de molino de rodezno (Soto Gálvez et al., 2007).

El saetillo disponía de una compuerta o paradera, que se manipulada desde la sala de molienda, abriendo o cerrando el paso del agua, para mover o parar el molino. La compuerta podía estar conectada al harinal o ser manejada manualmente.
(Continuará)

Huelva Buenas Noticias, 9 de abril de 2016

domingo, 3 de abril de 2016

Los Verdier en Huelva: El origen de un apellido unido a la tradición vinícola

26 marzo 2016
D. Celestino Verdier Martin. ©
D. Celestino Verdier Martin. ©

Emilio Romero. A través de unas fotografías inéditas, tuve la oportunidad de ponerme en contacto con un descendiente de esa familia, el cual me facilitó ciertos datos del apellido Verdier, así como las fotografías inéditas mencionadas.
Remontándonos al siglo XVIII, nace más concretamente en 1793 en el pueblecito francés de Lacroix-Barrez (provincia de Aveyron) Jean Baptiste Verdier.
En esa época, como muchos varones, fue incorporado en el ejército de las tropas napoleónicas, el cual estaba haciendo la guerra a casi toda Europa. En su cruzada por la invasión de España. Salieron andando desde Francia hacia la península Ibérica, hasta llegar a Andalucía. Resultó herido en la batalla de Niebla y pudo huir, hasta esconderse y desmayarse, a unas viñas cercanas a Bollullos del Condado.
En dichas viñas fue rescatado por un médico de la localidad (Don Celestino Martín), el cual lo llevó a su casa, donde lo curó y lo mantuvo hasta el  final dela guerra.
Aquí es donde empieza el origen del apellido Verdier en Huelva, ya que Juan Bautista (así se hizo llamar en España) se casó con la hija de Don Celestino Martín, Mercedes Martín; jamás volvió a Francia aunque mantuvo contacto con su familia a través de cartas, de tal modo que siguieron en contacto una generación tras otra.
De dicho matrimonio nacieron seis hijos: Pedro, Antonio, Celestino, Juana, María Mercedes y María Josefa Verdier Martín. Juan Baustista Verdier falleció el 6 de octubre de 1858.

Los Verdier de España y de Francia reunidos, Primera fila Jose Segundo, Pierre y Francisco, segunda fila Carmen y Magdalena y detrás de la cámara... Jeanne. ©
Los Verdier de España y de Francia reunidos, Primera fila Jose Segundo, Pierre y Francisco, segunda fila Carmen y Magdalena y detrás de la cámara… Jeanne. ©

Los Verdier de Huelva y los de Francia llegaron a establecer un canal de negocios hacia finales del siglo XIX con la comercialización del vino blanco. Esto fue a causa de que Andalucía aprovechó la existencia de una plaga en la uva francesa, el llamado “Mildiou”  (plasmapora vitícola) que apareció en 1878 y que acabó con todas las viñas francesas. En esos tiempos, cada mesa francesa disponía de una o varias botellas de vino y tuvieron que buscar otra procedencia, por eso los Verdier de Huelva y Francia reanudaron los enlaces para exportar hacia Francia los vinos del condado.

Calle Rascón, principios siglo XX, lugar donde vivieron en Huelva. ©
Calle Rascón, principios siglo XX, lugar donde vivieron en Huelva. ©

Hacia 1898, los Verdier de Lacroix-Barrez iniciaron una visita a Huelva, donde permanecieron con sus familiares descendientes cerca de un año, estableciendo bodegas en La Palma del Condado y en San Juan del Puerto. Las bodegas a nombre de Verdier desaparecieron en 1905 al menos. A finales del siglo XIX, las firmas francesas Verdier, en Bollullos y en La Palma, y Ribeill en San Juan del Puerto desarrollaron importantes negocios de vinos ligeros, de poca graduación, que se exportaba a Francia. Pero esto fue un negocio circunstancial que no duró muchos años”…

Pierre Leonard Verdier en las bodegas de San Juan del Puerto, principios del siglo XX. ©
Pierre Leonard Verdier en las bodegas de San Juan del Puerto, principios del siglo XX. ©

Se nota que el negocio vinatero de los Verdier (en La Palma, al menos) se vino cualitativamente abajo a principios del siglo XX, lo que les obligó a irse deshaciendo paulatina de todo su patrimonio acumulado en el citado pueblo, así como bodegas, almacenes, corrales y dependencias…, chimenea incluida. Por último los Verdier instalaron una bodega en San Juan del Puerto en 1906, es decir, cuando cerró la de La Palma (según consta en la guía comercial de Huelva y su provincia de 1906).

Autorretrato del fotógrafo, tomado en Huelva en 1899. Jeanne Verdier. ©
 Autorretrato del fotógrafo, tomado en Huelva en 1899. Jeanne Verdier. ©

En este viaje, Pierre Leonard Verdier era acompañado por su esposa Jeanne, la cual tenía una afición muy moderna: La Fotografía (de ahí han podido llegar hasta nuestros días este patrimonio hasta nosotros gracias a uno delos últimos descendientes de esta familia Philippe Verdier).

Agradecimiento a Philippe Verdier por el aporte de anotaciones y las fotografías de familia.