lunes, 24 de octubre de 2011

Zalamea la Real

Zalamea la Real, serrana y minera

ZALAMEA la Real es una de esas entidades poblaciones asentadas sobre un cruce de caminos por donde han pasado todas las culturas que han visitado la provincia de Huelva. Su posición en la carretera nacional, la cual corta la provincia de Sur a Norte, es una de sus grandes fortalezas, pero esta circunstancia también provoca debilidades, como el hecho de ser sólo lugar de paso, sin que la mayoría de viajeros se atrevan a descubrir el rico patrimonio que se encuentra tras su línea de cielo.
Su topografía y forma de ser de sus gentes son genuinamente serranas, sin embargo, por motivos relacionados con su vocación minera, ha sido colocada erróneamente en el Andévalo. Nadie puede olvidar que la economía zalameña, hasta mediados del siglo XIX, siempre dependió, como en las Sierras de Aroche y Aracena, de sus dehesas de encinas y alcornoques y de la vocación forestal de sus terrenos más accidentados. Hace unos cuatro mil años se establecieron en su término municipal unas comunidades que dejaron un sello indeleble: sus enterramientos colectivos o dólmenes. Ubicados fundamentalmente en las áreas del Villar-Buitrón y Pozuelo, son muy abundantes, posibilitando que la administración pública haya instalado en Zalamea el Centro de la Cultura Dolménica. Las buenas condiciones de su subsuelo para la minería del cobre y manganeso hicieron siempre, desde la época romana, que se denunciaran y explotaran numerosas minas, pero será a mediados del siglo XIX cuando se reactive el sector, produciéndose un incremento poblacional, que dará lugar a nuevos núcleos de población. Y aunque la implantación de estas economías de escala proporcionó mucho trabajo, sin embargo, para Zalamea el sufrimiento fue también importante, al ver una parte de su término municipal expoliado, sus bosques talados, sus campos devastados por las calcinaciones de mineral, sus gentes alienadas y algunas de sus aldeas convertidas en municipios independientes, como fueron los casos de Nerva o Riotinto. Las compañías mineras le dieron salida al mineral a través de ferrocarriles como el que discurría entre la mina del Buitrón y San Juan del Puerto (1870) o el ramal que se construyó en 1904 para unir las minas con Zalamea. Estas iniciativas han dejado dos estaciones de ferrocarril y un barrio que deben ser acicate para el desarrollo turístico del municipio. Al hilo de la fiebre minera fueron creciendo industrias como la del aguardiente, que si bien era anterior, ahora se desarrolla proporcionando a los miles de mineros el agua de hombres, o man water, que al final el rico lenguaje zalameño convirtió en manguara. Hoy algunas de estas industrias se han desplazado al polígono industrial, pero que quedan sus antiguas edificaciones en las salidas de la población, y confiamos en su restauración o rehabilitación para que las generaciones venideras puedan ver cómo se hacía el aguardiente artesanal. También destaca dentro del patrimonio cultural la arquitectura religiosa representada por la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, comenzada a construir durante el siglo XVI, y las ermitas de San Vicente, San Blas, San Sebastián (La Pastora) y el Santo Sepulcro, levantadas entre los siglos XV y XVIII. Son muy significativos los elementos de la arquitectura civil, como su plaza de toros, que fue una iniciativa popular de finales del siglo XIX, aunque con anterioridad ya se corrían los toros en El Coso. Un paseo por el núcleo urbano hará que veamos en todo su esplendor la arquitectura popular o vernácula, con sus volúmenes cúbicos, sus tejas árabes, sus zócalos y la característica forja de puertas, balcones y ventanas. La variedad y amplitud del término municipal, lo que hace que lo salpiquen siete maravillosas aldeas de casas blancas insertadas en el accidentado paisaje: Las Delgadas, Montesorromero, Marigenta, El Pozuelo, El Villar, El Buitrón y Membrillo Alto. Es muy agradable disfrutar su tranquilidad y recorrer alguno de los senderos o caminos, en donde podemos contemplar la fauna y flora en todo su esplendor. Zalamea la Real también destaca por sus tradiciones, fuertemente arraigadas, entre las que mencionaremos la romería de la Pastora, en mayo; las jornadas medievales, de julio y los grupos de hombres cantando coplas a la Virgen María en su advocación del Rosario, durante el mes de octubre. Finalmente, para terminar, debemos exponer dos componentes, verdaderos avales patrimoniales, como son la hospitalidad y amabilidad de sus gentes y la rica gastronomía. Ésta última es un compendio de los saberes del Andévalo y la Sierra, que funden recursos como el cerdo, el borrego o las setas con las verduras para dar recetas mágicas, transmitidas de generación en generación, como la caldereta de cordero o las migas. También son muy apreciados los dulces como las rosas o buñuelos, así como los anisados y licores de las diferentes fábricas.

H.I. 24/11/2011

El Polvorín

La última huella del imperio RTC

Ahí continúa como la última gran huella de la todopoderosa Río Tinto Company Limited (RTC). Ahora se puede ver en toda su potencia desde la H 30, en la circunvalación, o desde el tren. Está en las Marismas del Polvorín. Hoy aquella gran obra de la RTC, el depósito de minerales de El Polvorín aparece envuelto en un entorno degradado, pero aún así se puede percibir la fuerza de sus veinte muros levantados en la segunda mitad del siglo XIX, seguido de otra estructura similar paralela. Imanta una atracción especial. Su portentosa construcción ha llegado a nuestros días porque aquello no hay quien lo derribe y en su lugar el ingenio de muchos lo ha convertido en zona de cuartillos particulares para muy diversos usos, dos tabiques levantados al amparo de los grandes muros y techado. Construido el muelle cargadero en la ría del Odiel, la Compañía Río Tinto construyó en 1876 este depósito de mineral conocido como El Polvorín.
El objetivo no era otro que el almacenaje de la extracción que se realizaba en la mina y que no podía embarcarse a causa de la falta de barcos. Por ello se hizo una gran estructura auxiliar junto a la vía de la RTC y de la línea férrea de Huelva, para garantizar el máximo depósito. Amador de los Ríos lo describe en su recorrido por Huelva, en 1891: "A dos kilómetros aproximadamente de camino durante el cual marcha la vía minera paralela a la del ferrocarril de Sevilla, levantada sobre la marisma, se muestra singular y ennegrecida construcción formada por larga serie de pilas de fábrica de ladrillo, aligeradas por arcos sobre las cuales apoyan resistentes vigas de hierro. Es un depósito para mineral, donde los vagones vacían cuando no hay buques para cargarlo en el muelle y puede contener hasta 50.000 toneladas".
En el Archivo Histórico Minero Fundación Río Tinto se tiene el dato que este almacén fue levantado en 1876 y ampliado posteriormente a 110.000 toneladas. A su lado se construyó en 1895 otro depósito para 72.000 toneladas.
En el estudio de la Historia de la Arquitectura Inglesa en Huelva, de Miguel González Vilchez, analizando fotografías antiguas asegura que se trataba de dos naves paralelas cubiertas a dos aguas con estructura metálica y de considerable altura. Poseían una marquesina lateral y los trenes accedían por un extremo a cota superior para descargar por el fondo el mineral en la planta baja. Se trataba de un sistema de vías elevadas apoyadas en jácenas de celosía metálicas las cuales a su vez descargaban en muros de carga aligerados por arcos para comunicar entre sí los receptáculos en planta baja. Hay que señalar que en la actualidad se conservan los restos de las dos estructuras independientes, una de ellas la descrita por Amador de los Ríos, la sustentada por una serie de pilas de fábrica de ladrillos aligeradas por arcos, mientras que la otra es a modo de una serie de dos grandes pilares. A pesar de que hoy existe un interés especial por el legado inglés como elemento de promoción turística al que se ha unido también Huelva, esta portentosa estructura está en el olvido. No cuenta con ningún tipo de catalogación por parte local en el PGOU ni tampoco desde Cultura como patrimonio industrial, ni si quiera lo contempla la guía de edificios del Colegio Oficial de Arquitectos.
Ahora habrá que esperar que obtenga la sensibilidad del equipo universitario que realizar el Catálogo del Patrimonio de Huelva.
Ángel Sánchez, concejal de Turismo, apunta que la estructura está en una propiedad privada y de su futuro dentro del patrimonio inglés señala que "hay que estudiar su valor arquitectónico, porque del sentimental sabemos que cuenta y de ahí ver si se puede aplicar algún tipo de protección". El interés municipal estaría en la preocupación por la conservación y difusión que tienen por el patrimonio inglés. Mientras tanto queda aquí el recuerdo a una época industrial en la que la ciudad vivía sumida en el poder de la economía británica. Pasado el tiempo se ve como testigo de una época. Si hoy impresiona la estructura habría que ver cómo era cuando estaba en pleno funcionamiento. Es la huella del faraón RTC, inmensos muros desafiantes al tiempo en las Marismas del Polvorín.

E.J.S. H.I. 24/11/2011

domingo, 23 de octubre de 2011

Ruta minera

La Red de Caminos Naturales de España incluye un itinerario desde la mina de La Isabel hasta La Laja · El recorrido es de 16,6 kilómetros, su dificultad es fácil y el tiempo del recorrido es de 3,5 horas.
Toponimias geográficas tan sugerentes como Cabezo de Las Barcias, Cumbre de Márquez, Cabezo de Las Avispas, Llanos de Las Hoyuelas, Cabezo Turuñuelo, Cerro de Juaniane, Cerro de Las Madroñas, Charco del Lobo, Las Enfermerías, Barros de La Rábida, Paredones de Juan Sierra, Cabezo de Los Curas, Cumbre del Pocito, Cabezo de Lacha, Cabezo del Hambre o Cabezo de La Báscula, se reparten a uno y otro lado del itinerario que sigue los pasos del viejo tren minero que durante casi un siglo unió la mina de Las Herrerías (Puebla de Guzmán), con el cargadero de mineral del Puerto de La Laja (El Granado).

A su paso, el itinerario también va dejando atrás numerosos vestigios de la intensa actividad minera que ha habido a lo largo de la historia en unas tierras que ahora reposan y en las que la naturaleza va recuperando el terreno cedido a la intervención humana.

Los únicos elementos de modernidad se centran hoy, únicamente, en el majestuoso girar de los gigantes de acero y hormigón que salpican algunos tramos del trayecto y que conforman el parque eólico del Sardón; el canal de agua de la presa del Chanza denominado Boca-Chanza; o los aún escasos senderistas y ciclistas que los fines de semana recorren estos viejos senderos, cuyo sudor nada tiene que ver con el que vertieron los cientos de mineros que durante siglos se encargaron del transporte del mineral entre las minas de la comarca y el Puerto de La Laja.

Por otra parte, las principales huellas de su actividad humana van desde el soberbio puente que los romanos edificaron sobre el Charco del Lobo, hasta innumerables restos mineros (de los siglos XIX y XX), como los poblados mineros de La Isabel (aún habitado), y El Sardón (abandonado); el impresionante cargadero de mineral del Puerto de la Laja; o varias estaciones ferroviarias. También se diseminan por la zona viejas haciendas rurales ganaderas, o una pequeña ermita en ruinas conocida como de La Rábida. Actualmente, no sólo es posible descubrir, sino también rememorar este agradable y equilibrado cruce entre modernidad y pasado gracias a la recuperación como sendero, por parte del Ministerio de Medioambiente, y Medio Rural y Marino -MARM-, de la mitad de la antigua línea férrea que conectó Las Herrerías y La Laja, cuyo recorrido total de 32 kilómetros permitió que esta zona hiciera de España a finales del XIX el primer productor mundial de manganeso y uno de los más importantes de cobre y azufre.

El tramo recuperado e incluido en la Red de Caminos Naturales de España, se trata de su parte final: los 16,5 kilómetros que discurrían entre la mina de La Isabel y La Laja, el cual siendo bastante desconocido, es cada vez más frecuentado por los amantes de la naturaleza y del patrimonio minero industrial.

El camino comienza en La Isabel (El Almendro), junto a la carretera H-9009 que comunica este pequeño núcleo de población con Puebla de Guzmán. El inicio está bien señalizado con un cartel y unas pasarelas que delimitan su trazado.

Para darlo a conocer, el MARM ha editado un plano explicativo de la ruta, que discurre muy cerca del río Guadiana, junto a la frontera con Portugal. El documento incluye la cartografía necesaria para recorrer el sendero, además de varias recomendaciones para su mejor disfrute. La publicación forma parte de la Guía de Caminos Naturales de España que el MARM está incluyendo como separata en su revista Desarrollo Rural Sostenible.

Para facilitar su recorrido, el plano también incluye un cuadro informativo donde se especifican sus principales puntos de interés, así como su longitud (16,6 km.), su dificultad (fácil), su duración aproximada (3,5 horas) y el perfil topográfico de su desnivel (80 metros de subida y 215 de bajada).

Al principio, el sendero se adentra en una dehesa con pocos alcornoques y encinas, pero con mucho lentisco y coscoja, y con un denso sotobosque de jaras. También pueden observarse otros matorrales, por lo que la zona es óptima para el conejo y la perdiz.

En este paisaje, donde tampoco es raro observar rapaces como el ratonero o el milano, hay franjas verdes de zarzas y carrizos que indican la presencia de pequeños arroyos. Un mosaico ideal para otras especies animales más difíciles de ver como el ciervo o el jabalí.

En el kilómetro siete, una señal indica la cercanía del poblado minero del Sardón. Poco queda en pie del mismo, cuyas casas fueron abandonadas una vez acabada la actividad minera. A unos metros del cruce también se encuentra la estación del Sardón, en la que ha sido instalada un área de descanso. En este apeadero, además de cargar el mineral procedente de las minas cercanas, también se pesaban las piritas que transportaba el tren. Poco queda ya de todo aquello, excepto las ruinas de dos edificios: uno para el almacenaje de mineral, y otro para el guardafrenos y el vigilante de la estación.

El siguiente punto de interés es el puente del Lobo. Una construcción romana cuyas grandes dimensiones permiten disfrutar de una de las vistas más espectaculares del trayecto. Unos 500 metros más adelante se encuentra otra área de descanso tras la que se llega al parque eólico del Sardón. Tras cruzar dos carreteras, la ruta atraviesa un túnel labrado en roca de 25 metros, a cuya salida aparece el río Guadiana y desde donde ya puede divisarse el Puerto de La Laja, último punto navegable del río Guadiana y fin del sendero. Este impresionante patrimonio minero ha llevado a la Consejería de Cultura a inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Lugares de Interés Industrial tanto al muelle-cargadero y al núcleo urbano del Puerto de la Laja, como al antiguo trazado del ferrocarril minero y al poblado del Sardón. El conjunto ocupa una superficie protegida de 24,8 hectáreas.

El MARM también ha habilitado a través de su página web la posibilidad de descargar los itinerarios de los 68 caminos naturales recuperados hasta el momento en nuestro país, entre los que se encuentra esta ruta onubense, para su visualización en GPS y para facilitar al usuario una mejor localización de los mismos, a cuyos planos e información podrán acceder a través de GPS, móvil o BlackBerry.

J. Landero. H.I. 23/10/2011