La historia de las minas de Riotinto, en la provincia de Huelva, empieza envuelta en la leyenda de Tartessos (naves cargadas de minerales para proveer al Templo del Rey Salomón) y acaba enredada en los conflictos laborales de finales de los años 90 del siglo XX motivados por la caída del precio del cobre, que provocó su cierre en 2001. Por el camino, fenicios, romanos y el poderoso imperio británico sajaron una tierra preñada de riqueza. Ahora, diez años después de que se dejara de trabajar la última veta de mineral, ha vuelto la esperanza a la comarca gracias al proyecto de la empresa Emed Tartessus, filial de la chipriota Emed Mining, que ya ha invertido desde su llegada 50 millones de euros para reflotar una explotación que daría trabajo a unas 1.200 personas. Diez años después de que se dejara de trabajar la última veta, Emed Tartessus ha invertido ya 50 millones para reflotar la explotación.
Tras un tortuoso camino para hacerse con los derechos mineros, cuyas trabas motivaron en marzo un encierro de los trabajadores de Emed a 200 metros de profundidad, la compañía recibió el pasado abril el visto bueno definitivo de la Junta de Andalucía para reabrir la mina, un proceso que podría acabar de manera satisfactoria a finales de año o a principios de 2012. Esta misma semana, la Junta de Andalucía ha dejado claro que trabaja junto con Emed para que, "con la máxima celeridad posible", pueda poner en marcha un proyecto que requiere de complejos permisos técnicos y ambientales.
El futuro de un Riotinto de nuevo con su mina abierta parece cada vez más cerca. Por el camino se han quedado muchas esperanzas frustradas, que comenzaron a llegar tras su época de máximo esplendor (1873-1954), cuando la mina, el pueblo y casi sus habitantes eran propiedad de la todopoderosa Rio Tinto Company Limited, la Compañía a secas, un entramado británico que convirtió la comarca (y sobre todo el pueblo de Minas de Riotinto) en una suerte de colonia extraoficial a la que llegaron muchos avances pero en la que se cometieron -también- muchas injusticias con los trabajadores. El lado positivo de los ingleses es que importaron avances médicos y culturales, el fútbol y el tenis y 'descubrieron' las playas Acaso la mayor de ellas ocurriera en 1888, que pasó a la historia como el Año de los Tiros, cuando las fuerzas del orden españolas (siempre al dictado de los intereses de la Compañía) acabaron usando la sinrazón de los fusiles para aplacar una revuelta de mineros, vecinos y alcaldes de los pueblos de la zona contra las 'teleras', un sistema de calcinación del mineral a cielo abierto cuyo humo acababa con personas, cosechas y animales. Por ese motivo, muchos historiadores catalogan a aquella revuelta como la primera manifestación ecologista de la historia en España.
Los ingleses, con su exclusivo gueto propio (el barrio de Bellavista), importaron avances médicos y culturales, 'descubrieron' playas (Punta Umbría) y trajeron deportes como el fútbol o el tenis, pero también dejaron tras de sí un reguero de actos inexplicables que obedecían sólo a la lógica de la rentabilidad económica. Así, no tuvieron empacho (con la complacencia de las autoridades locales) en echar abajo el viejo pueblo de Riotinto para excavar en sus cimientos. Eso sí, construyeron uno nuevo (El Valle). Aquel esplendor británico de cobre, plata, oro, manganeso, sulfuros y piritas pasó a manos españolas en 1954, cuando los ingleses vendieron la mayoría de sus propiedades en la zona a intereses nacionales, creándose la Compañía Española de las Minas de Río Tinto, la primera de las muchas manos por las que pasó la explotación hasta su cierre en 2001.
Tras un tortuoso camino para hacerse con los derechos mineros, cuyas trabas motivaron en marzo un encierro de los trabajadores de Emed a 200 metros de profundidad, la compañía recibió el pasado abril el visto bueno definitivo de la Junta de Andalucía para reabrir la mina, un proceso que podría acabar de manera satisfactoria a finales de año o a principios de 2012. Esta misma semana, la Junta de Andalucía ha dejado claro que trabaja junto con Emed para que, "con la máxima celeridad posible", pueda poner en marcha un proyecto que requiere de complejos permisos técnicos y ambientales.
El futuro de un Riotinto de nuevo con su mina abierta parece cada vez más cerca. Por el camino se han quedado muchas esperanzas frustradas, que comenzaron a llegar tras su época de máximo esplendor (1873-1954), cuando la mina, el pueblo y casi sus habitantes eran propiedad de la todopoderosa Rio Tinto Company Limited, la Compañía a secas, un entramado británico que convirtió la comarca (y sobre todo el pueblo de Minas de Riotinto) en una suerte de colonia extraoficial a la que llegaron muchos avances pero en la que se cometieron -también- muchas injusticias con los trabajadores. El lado positivo de los ingleses es que importaron avances médicos y culturales, el fútbol y el tenis y 'descubrieron' las playas Acaso la mayor de ellas ocurriera en 1888, que pasó a la historia como el Año de los Tiros, cuando las fuerzas del orden españolas (siempre al dictado de los intereses de la Compañía) acabaron usando la sinrazón de los fusiles para aplacar una revuelta de mineros, vecinos y alcaldes de los pueblos de la zona contra las 'teleras', un sistema de calcinación del mineral a cielo abierto cuyo humo acababa con personas, cosechas y animales. Por ese motivo, muchos historiadores catalogan a aquella revuelta como la primera manifestación ecologista de la historia en España.
Los ingleses, con su exclusivo gueto propio (el barrio de Bellavista), importaron avances médicos y culturales, 'descubrieron' playas (Punta Umbría) y trajeron deportes como el fútbol o el tenis, pero también dejaron tras de sí un reguero de actos inexplicables que obedecían sólo a la lógica de la rentabilidad económica. Así, no tuvieron empacho (con la complacencia de las autoridades locales) en echar abajo el viejo pueblo de Riotinto para excavar en sus cimientos. Eso sí, construyeron uno nuevo (El Valle). Aquel esplendor británico de cobre, plata, oro, manganeso, sulfuros y piritas pasó a manos españolas en 1954, cuando los ingleses vendieron la mayoría de sus propiedades en la zona a intereses nacionales, creándose la Compañía Española de las Minas de Río Tinto, la primera de las muchas manos por las que pasó la explotación hasta su cierre en 2001.
La cualificada población de la zona y sus infraestructuras permiten reabrir la mina de forma inmediata Un reguero de empresas españolas fue adquiriendo luego la propiedad de las minas en una época en la que este tipo de explotaciones estaban en franco retroceso, aunque viviera otra pequeña época dorada en los años 80. Así, por la zona pasaron Unión de Explosivos Riotinto, Riotinto Patiño, Riotinto Minera y Minas de Riotinto S.A.L., que fue con la que se echó el cierre en 2001. Ahora, una nueva empresa cree rentable esta milenaria mina. El yacimiento de Riotinto, según Emed Tartessus, es la mayor concentración de sulfuros del mundo. Las actuales cotizaciones del metal hacen rentable la explotación al menos en los próximos 14 años. La población de la zona, altamente cualificada, y las infraestructuras completamente operativas con que cuenta la mina vienen a garantizar el inmediato reinicio de la actividad.
El Mundo. Andrés Marín Cejudo | Huelva. 10/07/2011
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