lunes, 1 de septiembre de 2014

Corta Atalaya La Historia de una mina



A menudo la ciudadanía en general valora y respeta la protección del patrimonio cultural que nos rodea y que nos identifica como legado que no solo nos habla del pasado sino que nos presenta modelos de actuación de futuro.
Las dificultades por defender el patrimonio, en determinadas ocasiones, se vinculan al desconocimiento del mismo, y en otras, por el olvido consentido de administraciones, instituciones y la sociedad en general que prefiere mirar para otro lado ante la pérdida o destrucción de unos bienes que por unas u otras razones incomodan.
En provincias como Huelva, donde la riqueza patrimonial está presente en todas y cada una de las comarcas que la constituyen, la protección e inscripción de algunos de sus bienes en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andaluz, se convierte siempre en motivo de alegría, en primer lugar por lo que significa de reconocimiento del bien protegido y en segundo porque responde a la necesaria puesta en marcha de propuestas encaminadas a la difusión de  la cultura de un territorio necesitado de propuestas de futuro.
Sin embargo esa búsqueda de alternativas para nuestra provincia y su patrimonio cultural y natural, nos lleva a reflexionar sobre el sentido de la conservación de los bienes patrimoniales  que conforman nuestras comarcas y el sentido de su protección.
En los últimos días, ha salido a la palestra informativa, el proyecto de inundación de Corta Atalaya, un proyecto que además ser un atropello al patrimonio cultural y natural de la provincia de Huelva, pone de manifiesto la dejadez de la administración que protege para luego olvidar.
Difícilmente podrán cumplirse las recomendaciones  internacionales en materia de patrimonio cultural ni las instrucciones  incluidas en las documentaciones técnicas que dan lugar a la declaración de un bien patrimonial, si la propia administración mira hacia otro lado cuando se mezclan interés que se alejan de la conservación de dichos bienes.
Como ha ocurrido hasta ahora el patrimonio cultural es usado y manipulado a la vez que envuelto entre los algodones del turismo “cultural”. Continúan  sin definirse políticas que atiendan a la salvaguarda y significado de unos bienes que representan como ningún otro a la forma de ser y sentir de una provincia, Huelva, necesitada de proyectos de patrimonialización que refuerzen la riqueza y diversidad de su territorio.

 Tal y como indica el propio texto del decreto 504/2012, de 16 de octubre, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Patrimonial, la Cuenca Minera de Riotinto-Nerva, en los términos municipales de Minas de Riotinto, Nerva y El Campillo (Huelva), “La cuenca minera de Riotinto-Nerva conforma un territorio marcado por un conjunto patrimonial diverso y complementario integrado por bienes diacrónicos y sincrónicos representativos de la evolución humana en uno de los enclaves mineros más relevantes y representativos a nivel mundial. Este marco cultural y paisajístico ofrece actualmente un valor de uso y disfrute para la colectividad y está integrado por los distintos bienes materiales e inmateriales, localizados en el ámbito de las minas de Riotinto, que son testimonio y reflejo de las diversas culturas y sociedades mineras que han ocupado este territorio. Junto a la impronta cultural se integra un paisaje excepcional moldeado por una decidida y prolongada acción antrópica en torno a la explotación del subsuelo que ha derivado en un paisaje cultural único y que actualmente se circunscribe, principalmente, a los términos municipales onubenses de Minas de Riotinto y Nerva. El legado hoy conservado abarca un amplio espectro de bienes de variada condición y naturaleza, que son referentes de las formas de vida y de trabajo de determinadas identidades colectivas, así como de unas formas de organización del territorio y de una evolución paisajística propia marcada por la actividad allí desarrollada a lo largo del tiempo. Así, la Zona Patrimonial de la cuenca minera de Riotinto-Nerva se sustancia en diversos valores patrimoniales de tipo cultural y natural conexos entre sí, de carácter histórico, arqueológico, etnológico, urbanístico, industrial, arquitectónico, bibliográfico, documental, paisajístico y ambiental.
En definitiva, se trata de unos bienes distintivos y específicos que conforman un patrimonio único, al poseer valores tan diversos como los que presentan la Corta Atalaya, el barrio de Bellavista, el Museo Minero de Riotinto o el Archivo Histórico Minero, entre otros”.


Tras revisar los valores que justifican, según la propia administración,  la protección de este territorio, los interrogantes que nos plantea esta y otras actuaciones sobre el patrimonio cultural en nuestra provincia, vuelven a poner de manifiesto la escasa relevancia otorgada a los bienes patrimoniales. Quizás antes de proceder a la inscripción de un elemento en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, habría que entender que el patrimonio cultural debe dar respuesta a los cambios y adaptarse a las nuevas realidades, siempre y cuando estas no afecten a la salvaguarda del mismo.

El desarrollo de mecanismos que incidan en la protección del patrimonio, deberán velar a su vez por el conocimiento y puesta en valor de la diversidad y riqueza de la provincia de Huelva, sin que ello suponga una hipoteca para el futuro de un legado patrimonial que sin duda define e identifica a este, a veces olvidado, territorio andaluz.

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