Desde el punto de vista de la protección y conservación de la madera, la creosota se deriva del destilado de alquitranes procedentes de la combustión de carbones grasos (hulla preferentemente) a unas temperaturas comprendidas entre los 900 y 1200 º C.
Las propiedades de las creosotas dependerán preferentemente de las fracciones de la destilación del alquitrán de hulla utilizados; se trata de un producto de color pardo oscuro a negro, con un alto grado de viscosidad, que hace necesario su calentamiento para poder ser introducida en la madera.
En la clasificación de los productos químicos protectores, la creosota se considera como un protector orgánico natural. Históricamente se comenzó a utilizar en 1.838 con una patente de D. John Bethell, en planta autoclave con sistemas de presión.
Entre las ventajas del uso de creosotas destacan las siguientes:
- Buenas cualidades biocidas para los agentes causantes del deterioro de la madera.
- Buena estabilidad en la madera, siendo resistente a la lixiviación.
- Permite alcanzar altos grados de penetración y retención en la madera.
- Presenta bajos grados de corrosión de los metales en contacto.
- Produce una reducción del fendaje de la madera a la intemperie
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