Allá por el año 1908, cuando Charles Fielding estaba buscando un director para las minas de Riotinto, se cruza en un viaje con un personaje curioso, Walter Browning, donde intercambiaron sus tarjetas y a partir de ahí quedó señalado para la dirección de las minas. Walter Browning, era hijo menor de un rico agente de bolsa londinense, había estado en el Jesus College de Cambridge y, como otros muchachos de su posición, tenía tendencia a gastar demasiado e incurrir en deudas, lo que desaprobaba y desagradaba a su padre, tardando poco en abandonar su carrera en Cambridge. Poco después decidió hacer un curso de minería en la Escuela Técnica de Liverpool; de allí embarcó a México, a fin de convertirse en un solitario buscador de oro en Sierra Madre, donde la experiencia lo transformó. Al comienzo intentó evitar los jaleos que abundaban en los pueblos mexicanos para los novatos como él, llevando en el bolsillo un billete de banco y en el otro una pistola y, ofreciendo aquél a todo extraño belicoso, para evitar la necesidad de utilizar ésta.
La noche en que los Browning (Walter y su esposa Alicia) llegarona a Río Tinto, los directivos y sus señoras le recibieron en la "casa grande" (Casa Consejo); de repente sonaron los silbidos y sirenas propios de una alarma ante un accidente: se había producido un gran derrumbamiento en una de las cortas del filón norte. Browning se lanzó a dirigir las operaciones de rescate con una energía que tanto británicos como españoles experimentaban por primera vez. Los trabajadores le apodaron inmediatamente "el terremoto".
En las primeras semanas estableció un dominio sobre las minas, que jamás abandonó durante su permanencia en el cargo. El personal británico llegó pronto a la conclusión de que era un completo autócrata, que no toleraría críticas, y sólo cedería ante su presidente y amigo, Charles Fielding.
Son inumerables las anécdotas sobre Browning y su lacónica manera de expresarse: una vez se dirigió al jefe de un departamento de las minas preguntándole si sabía redactar una dimisión, a lo cual le respondió que sí, Browning le contestó "pues vaya a su casa y escriba la suya". Otras de las anécdotas que se cuenta es que un inglés pidió una casa para poder casarse con una sirvienta española, a lo que Bowning le preguntó: "¿sabe usted a qué hora sale el tren correo de El Coso?, a lo que el inglés le contestó que sí y, Browning le dijo que no dejara de cogerlo pues estaba despedido.
Al crecer su autoridad y su poder personal con el paso de los años, se dieron cuenta las gentes, unas veces airadas, pero las más de ellas con temor, que su palabra tenía fuerza de ley no sólo en Río Tinto sino en toda la provincia de Huelva, y que las autoridades de alto nivel de la Administración lo trataban con deferencia. Por esto, hacia 1914, las gentes le llamaban "El Rey de Huelva".
Durante su mandato tuvo lugar el famoso desastre del pozo Alicia (puesto el nombre por su esposa?), tuvo lugar la introducción a gran escala de la electricidad en las minas, se construyo la central eléctrica de Huerta Romana.
Iba a todas partes armado (costumbre heredada del tiempo que estuvo en México), al cabalgar por las minas, enfundaba en la montura al alcance de la mano su rifle de repetición Winchester, y según reza la tradición en Rio Tinto, siempre con una bala en la recámara y medio montado, preparado para disparar. En el costado derecho, colgando por debajo del cinto, a la manera de un vaquero llevaba el revólver utilizado en México, además de llevar siempre en el bolsillo de la chaqueta una Browning automática.
El año 1919 trajo una tragedia personal para Browning; su hijo muere a consecuencia de la epidemia de gripe española y poco después muere su esposa a causa de una fallida operación de cáncer.
A partir de todos estos acontecimientos y las inevitables huelgas en la mina, trajeron a Browning de cabeza, además de la reprobación del presidente de la compañía cuando se descubrió en 1927 que los años de vida como un rey disfrutados por Browning lo habían sido a costa de la compañía.
Vivió hasta los setenta y siete años, muriendo en Kent el día de navidad de 1943.
Jack Adam, un viejo amigo suyo, compró la casa que tenía en Sevilla tra su muerte. Se vendió de nuevo 27 años más tarde, cuando la viuda de aquél, la Sra. Erica Adam y su hijo John, se mudaron a otra casa situada unos kilómetros fuera de la ciudad. Tras su llegada al último domicilio, se fijaron en un viejo baúl que había pasado desapercibido hasta el momento. A un lado llevaba las iniciales WJB; al abrirlo descubrieron puesto encima de unas ropas, el rifle de repetición Winchester que Browning había traido con él desde México; tenía una bala en la recámara y estaba medio montado listo para disparar.
En las primeras semanas estableció un dominio sobre las minas, que jamás abandonó durante su permanencia en el cargo. El personal británico llegó pronto a la conclusión de que era un completo autócrata, que no toleraría críticas, y sólo cedería ante su presidente y amigo, Charles Fielding.
Son inumerables las anécdotas sobre Browning y su lacónica manera de expresarse: una vez se dirigió al jefe de un departamento de las minas preguntándole si sabía redactar una dimisión, a lo cual le respondió que sí, Browning le contestó "pues vaya a su casa y escriba la suya". Otras de las anécdotas que se cuenta es que un inglés pidió una casa para poder casarse con una sirvienta española, a lo que Bowning le preguntó: "¿sabe usted a qué hora sale el tren correo de El Coso?, a lo que el inglés le contestó que sí y, Browning le dijo que no dejara de cogerlo pues estaba despedido.
Al crecer su autoridad y su poder personal con el paso de los años, se dieron cuenta las gentes, unas veces airadas, pero las más de ellas con temor, que su palabra tenía fuerza de ley no sólo en Río Tinto sino en toda la provincia de Huelva, y que las autoridades de alto nivel de la Administración lo trataban con deferencia. Por esto, hacia 1914, las gentes le llamaban "El Rey de Huelva".
Durante su mandato tuvo lugar el famoso desastre del pozo Alicia (puesto el nombre por su esposa?), tuvo lugar la introducción a gran escala de la electricidad en las minas, se construyo la central eléctrica de Huerta Romana.
Iba a todas partes armado (costumbre heredada del tiempo que estuvo en México), al cabalgar por las minas, enfundaba en la montura al alcance de la mano su rifle de repetición Winchester, y según reza la tradición en Rio Tinto, siempre con una bala en la recámara y medio montado, preparado para disparar. En el costado derecho, colgando por debajo del cinto, a la manera de un vaquero llevaba el revólver utilizado en México, además de llevar siempre en el bolsillo de la chaqueta una Browning automática.
El año 1919 trajo una tragedia personal para Browning; su hijo muere a consecuencia de la epidemia de gripe española y poco después muere su esposa a causa de una fallida operación de cáncer.
A partir de todos estos acontecimientos y las inevitables huelgas en la mina, trajeron a Browning de cabeza, además de la reprobación del presidente de la compañía cuando se descubrió en 1927 que los años de vida como un rey disfrutados por Browning lo habían sido a costa de la compañía.
Vivió hasta los setenta y siete años, muriendo en Kent el día de navidad de 1943.
Jack Adam, un viejo amigo suyo, compró la casa que tenía en Sevilla tra su muerte. Se vendió de nuevo 27 años más tarde, cuando la viuda de aquél, la Sra. Erica Adam y su hijo John, se mudaron a otra casa situada unos kilómetros fuera de la ciudad. Tras su llegada al último domicilio, se fijaron en un viejo baúl que había pasado desapercibido hasta el momento. A un lado llevaba las iniciales WJB; al abrirlo descubrieron puesto encima de unas ropas, el rifle de repetición Winchester que Browning había traido con él desde México; tenía una bala en la recámara y estaba medio montado listo para disparar.
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